9.26.2006

Benedicto 16 y los musulmanes



El domingo, José Manuel Barroso, el Presidente de la Comisión Europea y, con ello, el rostro de Europa, se quejaba, ante un diario dominical conservador alemán -donde una crítica así cae muy bien- de la falta de apoyo recibida por el Santo Padre durante la crisis que siguió a su clase magistral en la Univ. de Regensburg.

Pienso que la queja es extemporánea. ¿Por qué no fue el mismo Barroso el defensor del Papa? Las declaraciones aparecieron exactamente un día antes del encuentro de Benedicto con los diplomáticos y otros dirigentes musulmanes -que se sabía que sería un éxito-. De manera que nos queda la duda acerca de su sinceridad o de si fue, simplemente, un intento de subir al carro de los vencedores. Sólo me queda muy claro que a Benedicto no le importó la falta de apoyo y salió de este terrible aprieto solo y muy bien.

¿A quién le sirve todo este lío provocado por la difusión mal intencionada y sacada de contexto de la cita de Benedicto 16 de un emperador bizantino? ¿Quién puede sacar provecho de la confrontación entre el Occidente (Europa y los Estados Unidos) y el mundo islámico? Utilizar al Papa, la Iglesia, la religión para su propios fines políticos es una pésima costumbre muy antigua y que no está ausente en la política actual.

Pero veamos qué fue exactamente lo que dijo Benedicto. En el aula magna de la Universidad de la cual él fue docente, explica que “En el conjunto de la universidad era una convicción indiscutida el hecho de que incluso frente a un escepticismo así de radical (de un profesor de teología que había dicho que Dios no existía) seguía siendo necesario y razonable interrogarse sobre Dios por medio de la razón y en el contexto de la tradición de la fe cristiana”. En otras palabras, los universitarios se “interrogan sobre la racionalidad de la fe”, “por cuya correlación con la razón común se esfuerzan los teólogos”. En fin, el prof. Ratzinger quería mostrar que “la razón y la fe avanzan juntas”, como se tituló su discurso.

Y continúa “Me acordé de todo esto cuando recientemente leí la parte editada por el profesor Theodore Khoury (Münster) del diálogo que el docto emperador bizantino Manuel II Paleólogo, tal vez durante el invierno del 1391 en Ankara, mantuvo con un persa culto sobre el cristianismo y el islam, y la verdad de ambos”. ¡Un diálogo interreligioso en el siglo 14! Parece que el diálogo no es un invento del s. 20.

El Mismo Khoury dice que este diálogo tuvo lugar en el campamento de los musulmanes, lo que significa que ¡el emperador cristiano visitaba, en el s. 14, a sus pares musulmanes!

Khoury (un hombre muy afable) es de origen libanés, profesor de teología católica en la Universidad de Münster, especialista en Islam y en el diálogo interreligioso. Su traducción del Corán al alemán fue autorizada por el Congreso Mundial islámico. Una persona que ha dedicado su vida al entendimiento entre las grandes religiones. Y nada de sospechoso para los musulmanes.

Continúa el Papa “Fue probablemente el mismo emperador quien anotó, durante el asedio de Constantinopla entre 1394 y 1402, este diálogo”. “Quisiera tocar en esta conferencia un solo argumento -más que nada marginal en la estructura del diálogo- que, en el contexto del tema «fe y razón» me ha fascinado y que servirá como punto de partida para mis reflexiones sobre este tema”.

“En el séptimo coloquio (controversia) editado por el prof. Khoury, el emperador toca el tema de la «yihad» (guerra santa). Seguramente el emperador sabía que en la sura 2, 256 está escrito: «Ninguna constricción en las cosas de la fe»”. Benedicto cita al Emperador Manuel II Paleólogo que, a su vez, cita una sura del Corán, libro sagrado que él debe haber conocido a la perfección. Al igual que Khoury -un teólogo católico- el principal jefe político bizantino, conocía el Corán. ¿Conocerán nuestros políticos actuales siquiera la Biblia? ¿Sobre todo aquellos que se consideran defensores de Occidente? ¿De qué occidente?

Cito nuevamente a Benedicto, esta vez en la misa en München, un par de días antes. “La tolerancia que necesitamos urgentemente incluye el temor de Dios - respeto hacia lo que sagrado para otros. Este respeto hacia lo que otros consideran sagrado, nos demanda aprender una vez más el temor de Dios. Este sentido del respeto puede renacer en el mundo occidental solamente si renace la fe en Dios, si Dios se hace una vez más presente para nosotros y en nosotros”.

Volviendo a Regensburg, el prof. Ratzinger prosigue en su razonamiento, se refiere nuevamente al diálogo entre el emperador y el erudito persa: “...de manera sorprendentemente brusca (Manuel) se dirige a su interlocutor simplemente con la pregunta central sobre la relación entre religión y violencia, en general, diciendo: «Muéstrame también aquello que Mahoma ha traído de nuevo, y encontrarás solamente cosas malvadas e inhumanas, como su directiva de difundir por medio de la espada la fe que él predicaba»” ¡Es una cita textual del emperador! ¡Palabras de Manuel al erudito musulmán en territorio persa! Este fue, sin duda, un diálogo muy abierto y sincero. Como dijo Benedicto 16, él no hace suya las palabras imperiales. Aclaración que calmó hasta a los Hermanos del Islam y al presidente iraní, Mahmud Ahmadineyad, la semana pasada.

El Papa prosigue: “El emperador explica así minuciosamente las razones por las cuales la difusión de la fe mediante la violencia es algo irracional. La violencia está en contraste con la naturaleza de Dios y la naturaleza del alma. «Dios no goza con la sangre; no actuar según la razón es contrario a la naturaleza de Dios (...). Por lo tanto, quien quiere llevar a otra persona a la fe necesita la capacidad de hablar bien y de razonar correctamente, y no recurrir a la violencia ni a las amenazas… Para convencer a un alma razonable no hay que recurrir a los músculos ni a instrumentos para golpear ni de ningún otro medio con el que se pueda amenazar a una persona de muerte…»”.

Creo que estas palabras de Manuel II Paleólogo, sí las podemos hacer nuestras, sabiendo que lamentablemente aún hay muchos piensan que pueden utilizar la religión para su provecho, lo que equivale a violentar las conciencias, ya sea en política internacional, o en la política interna.

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La foto es de un café árabe de Regensburg, que quiso saludar a Benedicto con estas banderitas.

El texto completo (comentado por mí) de la clase magistral en la Univ. de Regensburg está en Benedicto en la Universidad de Regensburg - La razón y la fe avanzan juntas