11.21.2005

París puede estar en todas partes


Exactamente un año después del asesinato del director de cine Theo van Gogh en Holanda, hemos asistido a disturbios sin precedentes en nuestra vecina Francia. En ambos casos, existe un denominador común: los protagonistas son jóvenes, hijos de (in)migrantes norafricanos y de religión (al menos en el papel) musulmana.

No se pueden dejar de lado las diferencias entre ambos países. En Holanda, el asesinato y los desórdenes posteriores fueron claramente inspirados en la defensa del Islam frente a un director cinematográfico que ofendía, con sus obras, los sentimientos religiosos de los creyentes musulmanes.

Por el contrario, la rebelión de las masas en Francia tiene rasgos menos intelectuales y nada de religiosos. André Glucksmann, el conocido filósofo judío-francés, explica que “el islam no parece estar jugando ningún papel en estos disturbios suburbanos”. Y en otra parte, “los incendiarios franceses están mucho más cerca de un revolucionario francés, como Saint-Just, que de un revolucionario islamista, como Jomeini”. O bien, Quiñonero, escritor español residente en París: los jóvenes no quieren “ni escuelas, ni mezquitas, ni iglesias, ni sinagogas: sólo prostíbulos, pasta, sexo y rap”.

El problema francés no es sólo francés, es un conflicto europeo y puede estar en todas partes. Los jóvenes de los banlieus han sido imitados en otras regiones de Europa. En la vecina Alemania, ha habido autos incendiados en Berlín, Colonia y Chemnitz (la antigua Ciudad Karl Marx). No han quemado 400 vehículos por noche, como en Francia. Las cifras alemanas han sido más modestas -al igual que las belgas, donde también se registraron incidentes- de manera que no han llegado a llamar la atención de la prensa internacional.

Estamos frente a un problema muy grande, porque a consecuencia del invierno demográfico, Europa no puede prescindir de los inmigrantes. Sin embargo, las dificultades de integración que presentan los migrantes de la segunda y de la tercera generación son ingentes. Por un lado admiran a los europeos; pero, al mismo tiempo, los detestan, pues se sienten despreciados por ellos, como ciudadanos de segunda o tercera clase. A pesar de tener un pasaporte del país receptor.

En la Vieja Europa, acosada por la estagnación y el desempleo, los jóvenes migrantes se debaten entre la desesperanza y el aburrimiento. Entre el ocio y el tedio vital. No pertenecen al país donde viven; pero tampoco pertenecen al país del cual emigraron sus progenitores.

Es cierto que ellos viven mucho mejor de lo que vivirían en Marruecos o en Argelia. Pero no es con los norafricanos con quienes se comparan, sino con los franceses, holandeses y alemanes, en su caso. Y, siempre, salen perdiendo.

Se ha llamado la atención acerca de las condiciones materiales de vida de los migrantes. En el caso de Francia, se habla de las ciudades suburbios compuestas de grandes edificios de estilo stalinista y departamentos muy pequeños donde viven varias generaciones, en un hacinamiento que lleva necesariamente a la promiscuidad. Barrios enteros en las afueras de las ciudades, verdaderos guetos, sin posibilidad, ni intención de mezclarse con la población originalmente europea.

Algunos culpan al estado, al que se acusa de ser un estado carnívoro o vampiro; otros responsabilizan de la situación al estado neoliberal. Se puede decir muchas cosas del estado francés, menos que es neoliberal. Otros hablan del fracaso del modelo social europeo, responsable, entre otras cosas, del alto desempleo entre los jóvenes.

El estado puede destinar mucho dinero a programas de integración y cursos de idiomas; pero esto siempre es poco o nada sin la voluntad de la sociedad civil. Sin la voluntad de quienes acogen y de quienes migran, todo intento de integración estará irremediablemente condenado al fracaso.

PARIS PUEDE ESTAR EN TODAS PARTES

10.26.2005

El alarmante aumento del SIDA en Alemania

Sí, aunque el estado alemán diga que todo es taaan fácil, como en este dibujo a la izquierda... parece que no lo es.

En el foro del diario, apareció un tal Juan Eduardo (qué nombre) que insistía en que yo les estaba mitiendo y quería fuentes.

Al dárselas (www....) me contestó que él no sabía alemán... Hay cada tontito...

A continuación, el artículo en La Segunda.

Alemania sigue batiendo récords, no sólo acaba de convertirse en el primer exportador del mundo (2004), sino que este año hemos batido otra marca, una triste y preocupante. Durante la primera mitad del año 2005, el número de nuevas infecciones de sida ha aumentado en un 20% frente al mismo período del año 2004.

De acuerdo al informe del Instituto Robert Koch (que es la autoridad en Alemania en materia de enfermedades infecciosas), publicado la semana pasada, el 58% de estas nuevas infecciones afectan a hombres con contactos sexuales con personas del mismo sexo. El estudio señala que el riesgo de los hombres con este género de contactos sexuales es altísimo, casi el doble del riesgo que presentaba el grupo hace tan sólo cuatro años.

Según las estadísticas, las ciudades de más alto riesgo son Berlín, Hamburgo, München, Colonia y Frankfurt. La mayor cantidad de nuevas infecciones se presenta entre los hombres con contactos homosexuales, entre los 25 y los 45 años de edad. El riesgo de contagio es, para un hombre, 7,5 veces más grande que para una mujer. El mayor peligro de contagio para las mujeres, se presenta a través del contacto heterosexual con un partner homosexual.

El 17% de las nuevas infecciones corresponde a contagio entre personas con tendencia heterosexual, señala el Informe. Y continúa: un 18% de las infecciones habría sido contraída en regiones de riesgo, como el sur de África; en estos casos, no se sabe si se trató de contactos homo- o heterosexuales. Sólo un 6% de las nuevas infecciones proviene del mundo de la drogadicción.

El presidente del Instituto Robert Koch señala que hay que explicar y exponer a la población que, pese a un mejoramiento en la terapia, el sida es una enfermedad incurable. Y, podríamos agregar, mortal. Al parecer, se ha producido en la sociedad, una suerte de banalización del riesgo del sida. Si, hace diez años, un 60% de la población consideraba el sida como una enfermedad peligrosa, hoy este porcentaje ha descendido a tan sólo un 30%. Por otra parte -continúan los expertos- es cierto que todos podemos contagiarnos de sida; pero hay que reconocer que los grupos de varones homosexuales tienen más probabilidades de contagiarse y de contagiar, como se aprecia en el caso de las mujeres víctimas de nuevas infecciones.

Y esto en un país donde en cada parada del bus y en cada estación del tren, aparecen fotos gigantescas de condones. Donde hay expendedores automáticos de condones en cada universidad o instituto profesional, en cada restaurant, en cada cine, en cada bomba de bencina, especialmente si está en la autopista. Y donde se vende condones de todas las marcas y de todos los colores en cada supermercado, minimercado, droguería, farmacia, etc.

En un país en que la educación sexual en los colegios (obligatoria para todos los colegios y para todos los alumnos y que empieza ya en la educación básica) tiene una experiencia de varios decenios.

De acuerdo a las cifras entregadas a la prensa, el Ministerio Federal de Salud destinaría anualmente 12,6 millones de euros a la prevención del sida. Así se financiann las campañas Gib Aids keine Chance (no des ninguna oportunidad al sida) y Mach's mit (hazlo con; con el condón, se entiende).

Después de conocer el informe, los especialistas en el tema prevención del sida, han comenzado a preguntarse si tal vez cifrar la solución del problema únicamente en el condón es eficaz o bien sería mejor sustituir esta estrategia por otra. Pero las decisiones en Alemania se adoptan en forma muy lenta. Y, entre tanto, el sida sigue avanzando.

El alarmante aumento del SIDA en Alemania

9.27.2005

Alemania después de las elecciones


Entender la política alemana implica adentrarse en un sistema de pensamiento político muy distinto al nuestro y, en general, al de los países americanos.

La Ley Fundamental (LF) de 1949 (constitución) instituyó el parlamentarismo, nosotros tenemos un régimen presidencial de gobierno, en que el Presidente de la República es tanto jefe de gobierno como jefe de Estado. En Alemania, el canciller es el jefe de gobierno y el Presidente Federal (actualmente Horst Köhler, quien fuera presidente del FMI) es el jefe de Estado.

El sistema electoral es totalmente diferente al nuestro. Mientras nosotros tenemos un sistema mayoritario, Alemania tiene un sistema electoral muy complicado, que presenta elementos de un sistema mayoritario (el llamado primer voto) y de diferentes sistemas proporcionales (el segundo voto) que combina.

El canciller no es elegido en votación directa por el pueblo (el Presidente federal tampoco) sino por el Parlamento y a proposición del Presidente federal (art. 63 LF). Para su elección se requiere la llamada mayoría del canciller: más de la mitad de sus miembros. Salvo que, en una especie tercera vuelta (caso teórico, pues no se ha presentado aún) en que será elegido quien obtenga la mayoría simple de votos (63 N° 4). En este evento, se constituiría un gobierno de minoría, al que están ya acostumbrados los países escandinavos, pero no los alemanes.

Ahora bien, el canciller Schröder anunció el 22 de mayo pasado -después de que su partido perdiera una elección clave en uno de los Länder alemanes de larga tradición socialista- que, como no tenía el apoyo de su partido, ni de los Verdes -el partido con quien formaba coalición en el gobierno- pediría al Presidente federal, la disolución del Parlamento.

A esto lo autoriza el art. 63 N° 1 LF: Si una solicitud del Canciller Federal de que se le exprese la confianza parlamentaria, no fuere aprobada por la mayoría de los miembros del Bundestag, el Presidente Federal, a propuesta del Canciller Federal, podrá disolver el Bundestag. Pese a que es una institución típica del parlamentarismo, el derecho alemán no contempla la autodisolución del Bundestag. El Constituyente de 1949 rechazó esta posibilidad porque durante la vigencia de la Constitución de Weimar (de 1919) el Parlamento se autodisolvía con excesiva facilidad, provocando el caos político que culminó con el advenimiento al poder del nacional socialismo.

Schröder recibió el voto de desconfianza del Bundestag, en especial de quienes tenían más confianza en él. En un acto que, desde el punto de vista jurídico es una verdadera aberración, Köhler disolvió el Parlamento y llamó a nuevas elecciones.

Éstas -realizadas el 18 de septiembre- dieron la mayoría relativa a la coalición formada por demo- y socialcristianos y liberales, que obtuvo el 45% de los sufragios frente al 42,4% de la coalición hasta ahora gobernante, formada por verdes y socialistas. En consecuencia, ni uno ni otro bando obtuvo la mayoría para elegir canciller en el Parlamento a la primera; pese a que siempre es posible formar un gobierno de minoría aplicando el ya citado art. 63 N° 4.

Para complicar aún más el panorama, un sector pequeño del partido socialista se separó de la colectividad y se alió con otra agrupación socialista (pero ya no socialdemócrata) llamada PDS, que es el partido sucesor de la SED, partido único de la Rep. Democrática alemana. Y esta nueva colectividad, conocida como el Partido de izquierda obtuvo en los últimos comicios el 8,7%. Más que los verdes que quedaron reducidos al partido más pequeño con representación en el Bundestag (8,1%).

De manera que resulta sumamente difícil formar una coalición de gobierno. Por otra parte, muchos temen que Schröder saque de la manga la carta ganadora: una alianza con los post-comunistas del Partido de izquierda, con lo que vería asegurada la mayoría para ser elegido canciller. Alianza que no sería necesariamente una coalición de gobierno, sino que puede manifestarse en la simple tolerancia de dicha colectividad hacia el gobierno de Schröder.
Una situación difícil con un desenlace incierto.

Alemania después de las elecciones

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Recordando a Schröder... lamentablemente, el gobierno de la Gran Coalición, encabezado por la canciller Merkel ha acentuado -si cabe- la política de alza de impuestos:

8.23.2005

La prueba de fuego de Benedicto


La Jornada de la Juventud ha sido la prueba de fuego para Benedicto XVI.

El teólogo alemán volvía a su patria, como él mismo llamó a Alemania (Vaterland) al bajar del avión en Colonia y bromear con el ex jefe del FMI, hoy presidente federal, Horst Köhler.

El ex prefecto de la Congregación para la doctrina de la fe regresaba a un país que -seamos sinceros- prefiere al psico-exegeta Drewermann o al profesor de Tübingen Hans Küng, eterno contradictor del Cardenal Ratzinger y autoproclamado teólogo del milenio, y no al ex arzobispo de München.

Asimismo, un nuevo Papa, después del larguísimo pontificado de Juan Pablo II, invita inevitablemente a las comparaciones. Y puestos a comparar, el retraído estudioso de la teología que huía, hasta ahora de las multitudes, no parecía la persona más indicada para entusiasmar y hacer vibrar en una especie de Woodstock urbano de una semana de duración, a 800.000 jóvenes.

Ni el más indicado para dirigirse a ellos en una vigilia de sábado por la noche, ni de celebrar una misa para más de un millón de personas en un campo que equivale a 273 estadios de fútbol. Menos aún cuando la música pop de la misa del domingo no es precisamente lo que nos imaginamos que más agrada al pianista Joseph Ratzinger.

La imagen del Panzerkardinal, difundida en Alemania, no se compagina con un Vicario de Cristo que visita, en la sinagoga de Colonia, a nuestros hermanos mayores, término que procede de la pluma y de la mente del mismo Ratzinger, circunstancia apenas conocida.

Muchos pensaban que, al no venir el Papa polaco, los jóvenes eslavos -en quienes JPII tenía puestas tantas esperanzas para la nueva evangelización de Europa- estarían ausentes de las Jornadas. Pero no fue así, vinieron y en abundancia y, para que no quedara duda alguna de cuál es su actitud frente al sucesor de Karol Wojtyla, se leía en una pancarta en polaco: "La generación JPII ama a Benedicto". El mensaje no podía ser más claro.

La respuesta de los alemanes no podía ser menos: un grupo de jóvenes bávaros gritaba a voz en cuello, frente a la catedral de Colonia, "Tenemos un ídolo, se llama Benedicto".

¿Qué es lo que entusiasmó tanto a los jóvenes del mundo en Colonia? Encontramos la respuesta en las mismas palabras del Santo Padre: "La verdadera revolución capaz de trasformar el mundo es la que proviene de Dios". Este es un no bien grande a frente al conformismo y a la desesperanza: "los santos son los verdaderos reformadores" o, invirtiendo los términos, los santos son necesariamente reformadores.

El anti-relativista Ratzinger, tan criticado por sus palabras durante los funerales de JPII, en que se refirió a la dictadura del relativismo, explica que "la absolutización de lo que no es absoluto, sino relativo, se llama totalitarismo". Es el intelectual riguroso, pero dialogante que, a mediados de los 90, se atrevió a mantener un debate público con el insigne representante de la Escuela de Frankfurt, el filósofo Jürgen Habermas.

Hay una frase del discurso de la vigilia que deja muy claro que, como señala Messori, Ratzinger es un intelectual post-moderno que, pese a sus dudas, cree: "se puede criticar mucho a la Iglesia. Lo sabemos, y el Señor mismo nos lo ha dicho: es una red con peces buenos y malos, un campo con trigo y cizaña". Prosigue de una manera muy humana y muy divina: "En el fondo, consuela que exista la cizaña en la Iglesia. Así, no obstante todos nuestros defectos, podemos esperar estar aún entre los que siguen a Jesús, que ha llamado precisamente a los pecadores".

Y entonces aparece el Ratzinger internacional, el que viajó por todos los continentes para participar en simposios universitarios: "la Iglesia es como una familia humana, pero es también al mismo tiempo la gran familia de Dios, mediante la cual Él establece un espacio de comunión y unidad en todos los continentes, culturas y naciones".

Sin duda, la internacionalidad de la Iglesia se expresó claramente esta semana en Colonia, en el mar de banderas de las más diversas procedencias y en los idiomas y dialectos que se escuchaba por las calles de la ciudad.

Los jóvenes respondieron al Papa y el Papa respondió a los jóvenes. Benedicto pasó exitosamente la prueba de fuego.

La prueba de fuego de Benedicto

En la segunda foto, el Papa Benedito 16 y el rabí Netanel Teitelbaum (Foto: David Boucherie). La tercera, supongo que no requiere explicación.

7.28.2005

Test de cricket, asimilación, integración y terrorismo islámico

Shezad Tanweer nació en 1983 en Yorkshire. Hijo de inmigrantes paquistaníes de relativo éxito. Su familia, de ninguna manera pertenece a los grupos de inmigrantes menos privilegiados. ¿Qué lo impulsó a morir en un atentado suicida el 7 - J?

La comparación con Mohamed Bouyeri, el holandés de origen marroquí que asesinó a Theo van Gogh, es inevitable. Mohamed no es el mejor ejemplo de integración, ni menos de éxito. Gran parte de los marroquíes holandeses forman lo que se denomina sociedades paralelas, muy abajo en la escala social.

Pero la situación en Gran Bretaña es diametralmente distinta, por lo menos eso se pensaba. Shezad habría pasado el denominado test de cricket que formulara Lord Norman Beresford Tebbit por allá por el año 1990. En una entrevista con el Los Angeles Time, el lord inglés explicó que "A large proportion of Britain's Asian population fail to pass the cricket test. Which side do they cheer for? It's an interesting test. Are you still harking back to where you came from or where you are?" En otras palabras, quien es capaz de vitorear a GB en contra de su país, en un partido de cricket -seamos realistas y apliquemos la comparación al fútbol-, ya estaría socialmente integrado.

El test de Tebbit es una prueba de lealtad hacia el país que acoge al migrante. La migración que tiene lugar hoy en Europa es muy diferente a la que tuvo lugar desde Europa y desde Asia a América durante los últimos cien años. En América, todo estaba por construirse, era una sociedad joven, en la que se produjo la llamada "mezcla", no sólo racial, sino también cultural. Por el contrario, Europa es un continente ya formado, con un acervo cultural y una tradición (más bien costumbres) que no deja demasiado espacio a las nuevas ideas. Es una sociedad eminentemente conservadora, que intenta mantener incólume lo que ya está, sin siquiera preguntarse si es racional o no. Lo que los políticos europeos -de todos los colores y de todos los países- llaman integración, diría que es más bien, un intento de asimilación.

Bernard Lewis, conocido historiador de Princeton -hoy profesor emérito- cuyo nombre encontramos en abundancia en páginas árabes, donde no goza de gran popularidad, ha sostenido recientemente que Europa será islámica al final del siglo XXI. Es sólo una cuestión de cifras: debido al fenómeno de implosión demográfica, la población europea disminuye, se produce el fenómeno del despoblamiento. Por su parte, los pueblos islámicos presentan un crecimiento demográfico exponencial. Como viven en regiones pobres, se trasladan a zonas más prósperas, por ejemplo, a Europa, que algunos ya denominan Eurabia. Por otra parte, Europa necesita su fuerza de trabajo.

Contrariamente a lo que sostienen, abierta o solapadamente, algunos grupos políticos extremos y no tan extremos, no todos los inmigrantes musulmanes son terroristas o potenciales terroristas. Si toda generalización encierra una injusticia, esta afirmación no es sólo injusta, sino falsa. El problema radica en que, junto con la migración, se ha introducido en Europa el germen de una ideología deletérea, la del llamado fundamentalismo islámico que lleva de la mano al terrorismo.

El ambiente de guerra civil que se vive en Londres, pese a los abundantes llamados a la normalidad (y a no ceder ante el terror, Blair) ha sido una suerte de despertador para muchos ciudadanos europeos, también para los europeos musulmanes. Algunos imanes y asociaciones de fieles han expresado claramente que el Islam es contrario al terrorismo. Sin embargo, el problema continuará mientras los terroristas islámicos sigan creyendo que mueren por su fe.

Test de cricket, asimilación, integración y terrorismo islámico

La foto es de Shahzad Tanweer, Germaine Lindsay y Mohammed Sidique Khan de izquierda a derecha (curioso, pensé que los británicos ponían las fotos de drecha a izquierda) entran a la Luton Train Station a las 8.10 AM, el 28 de junio. Fotografía de la Metropolitan Police.

6.28.2005

La crisis de la Unión Europea y el pensamiento de Rousseau


La crisis que afecta a la Unión Europea (no me refiero a la crisis de Europa que es más bien de naturaleza moral o espiritual) puede ser desglosada en dos aspectos fundamentales: la crisis institucional y la financiera. Esta última se debe al desacuerdo acerca de la reestructuración de las finanzas de la UE, al problema de los subsidios agrícolas y a la llamada "rebaja de los británicos". La crisis institucional se manifestó claramente en el rechazo al proyecto de Constitución europea en dos estados que integran el denominado núcleo de la Unión (término que está lejos de ser ampliamente aceptado).

Sin embargo, tanto el Non francés como en el Nee holandés demuestran algo mucho más profundo que el simple rechazo a un texto legal. Como señala el Presidente checo Vaclav Klaus -uno de los políticos más preclaros del viejo continente- el resultado de los referenda es sólo la punta del iceberg. Klaus piensa que expresa el "abismo que existe entre la elite política europea y el ciudadano común". Lamentablemente -continúa- la UE y el debate acerca de la constitución está en manos de los europeístas -término bastante negativo que se ha popularizado durante las últimas semanas- que han unido a ella su propio futuro.

Quienes se han atrevido a decir que la constitución es un dead man walking se los ha llamado populistas. Sin embargo el populismo -señala Klaus- es exactamente lo contrario, se manifiesta en no acatar la decisión del electorado. El populismo consiste en ofrecer soluciones fáciles y baratas. Someterse a la decisión de las urnas es más bien, democracia.

Los partidarios de la constitución -según los norteamericanos se parece más a la letra chica de un contrato de tarjeta de crédito que a una ley fundamental- aclaran que la equivocación de los electores, se produjo debido a que los gobiernos no explicaron bien a los ciudadanos las bondades de la nueva ley fundamental del superestado europeo. En consecuencia, se culpa a los gobiernos del fracaso plebiscitario (tales recriminaciones provocaron un grave problema diplomático entre Bélgica y Holanda) y se propone repetir el plebiscito, esta vez, informando bien.

Es el renacer de la filosofía política de Rousseau: si un hombre desobedece al todo y se aleja de la voluntad general, será obligado por todo el cuerpo social a obedecer, lo que "no significa otra cosa sino que se le obligará a ser libre" (Contrato social, Libro I, Cap. VII).

Dan Hannan miembro del Parlamento europeo (South East England) comentaba la semana pasada que, frente a tales aseveraciones, muchos ciudadanos se preguntan si hemos retrocedido en el tiempo, a la época en que en el Este de Europa se encontraba dentro de la llamada órbita de hegemonía soviética. En aquel entonces y en aquella época, se pretendía convencer a los súbditos de que el sistema era el mejor y el lugar donde serían más felices. La analogía del eurodiputado británico es más que evidente. Tales elucubraciones y proposiciones, obedecerían a una suerte de determinismo hegeliano, a una fe casi religiosa en que el proceso de unión europea es irreversible.

La clase política de los respectivos países está, en principio de acuerdo con la Constitución Europea. En Francia, el texto habría recibido el 94% de los votos si se hubiera votado en la Asamblea Nacional. Los políticos europeístas, los representantes de la Voluntad General rousseauniana, son quienes realmente saben lo que le conviene al pueblo. Casi lo olvidaba, la voluntad general no es la voluntad de la mayoría, sino que es una voluntad profunda, misteriosa, casi mística y con muy pocos intérpretes.

La crisis de la Unión Europea y el pensamiento de Rousseau

5.30.2005

La metamorfosis de Anakin Skywalker

Desde que en los años 70 apareció la trilogía de Lucas, la Guerra de las Galaxias ha sido reiteradamente objeto de interpretaciones políticas. En aquel entonces, fueron Nixon y la Guerra de Vietnam. Hoy, las interpretaciones son variadas; pero todas dicen relación con el tránsito de la democracia a la dictadura. Cabe preguntarse ¿a qué dictadura? A la dictadura del relativismo, contra la que nos ha prevenido Benedicto? ¿A la del Consejo de Europa? Cuya imposición sería consecuencia natural y necesaria de la Constitución Europea. ¿O al cesaropapismo que algunos politólogos aseguran que asolará el mundo en las próximas décadas? Sin embargo, stricto sensu, en el Episodio III se pasa de la República al Imperio. La trama hace pensar más bien en la historia de Roma que en la política moderna.

Es cierto que muchas de estas películas ambientadas en un mundo fantástico se presenta un paralelismo con la actualidad del momento histórico en que se vive y, aprovechando esta circunstancia, se hace crítica social. Es el caso de los libros de Joanne Rowling, en que se cuestiona tanto a los periodistas inescrupulosos, encarnados en la insoportable Rita Skeeter, como a la aristocracia de la sangre, representada por Malfoy y las familias de sangre limpia.

Más allá de las interpretaciones externas, la gran interrogante de toda la Saga es la metamorfosis de Anakin -el niño que vimos en el Ep. I- primero en padaván inconformista, y después en Darth Vader -ahora ya sabemos que el nombre lo recibe de su mentor el entonces Canciller Palpatine- que abraza el lado obscuro de la Fuerza, convencido de que lo hace por amor. Aunque pienso que es más por egoísmo. Lucas logra expresar magistralmente la metamorfosis.

Hayden Christensen, el intérprete de Anakin ha revelado algunos detalles que nos dan luces sobre la transformación de su personaje. "Anakin está tan confundido y perturbado (...) está consciente de lo que pasa. Sabe que comete una acción monstruosa. Por mucho tiempo es un personaje en conflictivo que no ha sido totalmente seducido por el lado oscuro de la Fuerza". Se da cuenta de lo que le ocurre y no ha perdido su libertad. En la última película de la trilogía -vendría a ser el Ep. VI- ello queda aún más claro, cuando Lord Vader desobedece al Emperador y salva a su Luke, prefiere a su hijo antes que a su obscuro maestro... y se inmola para salvarlo. Piensa más en los demás -como un jedi- que en sí mismo -como un sith-.

Si se me permite extrapolar su situación a nuestro mundo (la Galaxia es un mundo paralelo), pienso que Anakin tiene un problema vocacional. Está tan obsesionado por ser un caballero jedi, que no se da cuenta que no es su camino. Padmé trata de hacérselo ver (Ep. II); pero él no la escucha. En el Ep. III, ella le revela que está embarazada y le pide que haga público, tanto su matrimonio, como el embarazo. Padmé quiere que se decida entre ser jedi y ella y sus hijos. Le propone una vida bucólica en Naboo. Él no acepta. En el Ep. II, la senadora tomó una decisión errónea: se casa con Anakin, sin que él le prometa renunciar al sueño jedi por ella. Anakin se debate entre dos amores.

A un jedi no le está permitido tener un amor humano, eso le quitaría su independencia como caballero, su desasimiento, como se explica reiteradamente en el Ep. III. Anakin quiere ambas cosas y no está dispuesto a renunciar a nada. Juega al todo o nada y... lo pierde todo y con él, pierde a la República a Padmé y a sus hijos que ni siquiera llega a conocer. Se convierte en un esclavo del mal, aunque, como dice Palpatine al comienzo de la cinta: ¿Qué es el mal y qué es el bien? Todo depende del punto de vista.

La metamorfosis de Anakin Skywalker

No se pierdan este concierto de Darth Vader (en You Tube).

4.25.2005

¿Fue Benedicto XVI un nazi?

La noticia no podía dejar de impactarnos: Benedicto XVI fue un nazi. Incluso se decía que había planeado todo para ser elegido el día del cumpleaños del Führer, el 20 de abril. Curiosamente, su elección no tuvo lugar el 20, sino el 19. En los foros, se lo llamaba Nazinger. Otros, citaban a algún vidente y presentaban al nuevo pontífice como el papa negro. Los miembros de las mal o bien llamadas sectas nuevamente nos recordaban que Roma es la gran ramera. Lo único que faltó es que inventaran una confabulación del tipo Dan Brown y que lo culparan del envenenamiento borgiano de Juan Pablo II.

Los medios alemanes dieron la información la misma noche del 19 de abril: Ratzinger había sido miembro de los Hitler Jugend (Jóvenes de Hitler) y soldado de la Wehrmacht. La prensa norteamericana se hizo eco tímidamente de lo que no se sabría sobre Ratzinger y los ingleses lo difundieron abiertamente por el mundo. De ahí el carácter de desagravio de las banderas inglesas y escocesa que vimos durante la misa de inicio de pontificado celebrada en la Plaza de San Pedro.

El primero que salió en su defensa fue Israel Singer, Presidente del Congreso Mundial Judío: en aquella época, se obligaba a todos los niños a entrar a los Hitler Jugend. Las otras organizaciones como scouts y similares estaban prohibidas. Los niños debían entrar a los HJ y las niñas al Bund deutscher Mädchen, so pena de que su familia sufriera las consecuencias. El padre del joven Joseph recibía un escaso sueldo como policía y su madre, a cargo de los tres hijos, trabajaba esporádicamente como cocinera. La televisión y radio israelíes lo ha dejado muy claro: sus padres eran patriotas bávaros y, como tales, no podían estar más lejos de la ideología nacional socialista.

El cardenal Ratzinger nunca negó haber pertenecido a los jóvenes de Hitler. En el libro La sal de la tierra, en que el entonces cardenal es entrevistado por el entonces periodista del Stern y del Spiegel, Peter Seewald, cuenta que tuvo que entrar a los Hitler Jugend. Pero que, estando en el seminario, se dió de baja del grupo, pese a que ello le traería problemas de dinero, pues, sin pertenecer a esta organización, difícilmente quedaría eximido del pago de sus estudios. ¿Está demás decir que, después del éxito de librería que fue el libro-entrevista, Seewald no pudo seguir escribiendo para las revistas mencionadas?

En el otoño de 1944 faltan soldados y el ejército se ve obligado a enrolar a los más jóvenes, a los 17 años, Ratzinger es nombrado ayudante de la artillería antiaérea. Es destinado a la fábrica de la BMW. Queda bajo el mando de un oficial que odia a los nazis y cambia la destinación del joven Joseph desde München, donde caen demasiadas bombas, a Traunstein, donde no cae ninguna. A los 18 años es hecho prisionero de guerra, afortunadamente por un periodo corto. Esta es pues la experiencia de Benedicto XVI durante el nacional socialismo.

Charles Moore, ex-redactor jefe del Daily Telegraph y comentarista de diversos periódicos señala que, después de tantos años, Alemania ha sufrido suficiente penitencia y ha recuperado, su honor entre las naciones. La elección de un hombre que creció, en una sociedad tan tremendamente obscura como fue la del nacional socialismo, demuestra que, de la sociedad más corrupta, puede surgir algo bueno y que la peor de las sociedades puede reivindicarse. La mejor prueba de ello es el mismo Juan Pablo II que vivió la Guerra, la ocupación nacional socialista, el socialismo real, rabiosamente anticatólico y que, siendo polaco, llamó a un teólogo alemán como Ratzinger para que trabajara con él durante 25 años.

¿Fue Benedicto XVI un nazi?

3.28.2005

El matrimonio no es un contrato



Se han cumplido algunos meses desde la incorporación de nuestro país al grupo de estados cuya legislación acepta y regula el divorcio vincular. Como los ánimos ya están más calmados después de la fuerte discusión a que asistimos previamente a la aprobación de la ley de divorcio, me parece que es posible dialogar acerca de la esencia del matrimonio. Me gustaría plantear una idea novedosa, esta vez, nacida en el seno de las universidades europeas y producto, primeramente, de estudios jurídico-históricos. Hay que tener presente que las instituciones de Derecho no nacen como callampas (setas) después de la lluvia, sino que se forman a lo largo de los siglos, en una frase inolvidable que le escuché a mi profesora de Historia del Derecho.

Quiero referirme a la naturaleza contractual del matrimomio. Desde la Antigüedad y hasta el s XII, hombres y mujeres no se casaban ante el estado, ni ante el rey, ni ante el ayuntamiento. El consentimiento matrimonial era bifásico, se dividía en dos etapas: los esponsales (pacto familiar que tenía lugar cuando los futuros contrayentes eran aún niños) y las nupcias (durante la adolescencia y cuyo punto culminante era la unión sexual). No había un momento en que los esposos pronunciaran el Sí, quiero. El consentimiento no era otra cosa que la voluntad marital, cuyo instante más significativo era el conocimiento sexual. Esto conducía a la existencia de los matrimonios clandestinos, en que la unión se producía entre personas que no estaban comprometidas en matrimonio por sus familias. De manera que se presentaban casos en que una persona tenía dos esposos/sas, uno/a en ciernes y otro/a con el/la cual ya se había llegado a la unión sexual.

La declaración de voluntad mediante palabras expresadas por los esposos presentes y libres, el Sí, quiero fue creada por los teólogos y canonistas del s XII y recogida por las Decretales, el Derecho Canónico de la época. Ahora bien, los profesores de Bolonia y París que forjaron este ordenamiento matrimonial, adoptaron de los civilistas de los s. XII y XIII, la clasificación del matrimonio entre los contratos bilaterales, tomada a su vez, del Derecho romano. Como en los contratos es indispensable el consentimiento, les pareció que éste era el vehículo jurídico más apropiado para salvaguardar la voluntad de los contrayentes -sobre todo de la mujer- frente terceros, especialmente frente a la familia, para casarse con quien quisieran.

Este ordenamiento jurídico matrimonial fue recepcionado por el estado moderno, al codificar, entre los s XIX y XVIII, el matrimonio civil o legal, oportunidad en que se acentuó aún más, la idea del matrimonio-contrato.

Pero, en su esencia, el matrimonio no es un contrato. O si se quiere es un contrato sui generis o un súper contrato, aunque me inclino a no emplear estos términos porque resultan equívocos. Una buena parte de la doctrina europea ha empezado a hablar de alianza o pacto. La gran diferencia entre esta nueva forma de ver el matrimonio y la anterior, es que el objeto del matrimonio son los cónyuges mismos y no una mera regulación de la sexualidad y de los bienes. Mientras en los contratos bilaterales, las personas intercambian derechos y deberes, que recaen sobre cosas, objetos extrínsecos a los propios contratantes, en el pacto conyugal, se entregan y aceptan los esposos mismos.

La entrega personal no puede ser sino única y exclusiva en el tiempo y en el espacio. Esta nueva manera de concebir -jurídicamente- el matrimonio, que tiene hondas raíces en la historia social, puede contribuir significativamente al desarrollo de lo que llamaría una nueva cultura de la alianza conyugal.

El matrimonio no es un contrato

3.15.2005

Las naciones suicidas



Ahora que las vacaciones llegaron a su término, algunos de nuestros compatriotas regresan de sus viajes ultramarinos. Estudiantes de colegios de colonia vuelven a Chile después de haber visitado Italia, Francia, Alemania o Suiza. A quienes -la inmensa mayoría de los chilenos- no hayan tenido la oportunidad de visitar estos países, les recomiendo las películas Bourne Supremacy y Ocean's Twelve, ambas ambientadas en el Viejo Continente. Hollywood nos muestra Europa como un mundo sin niños -salvo por la fugaz aparición de un pequeño turista que espera en las gradas de un museo romano en Ocean's-. Sin duda es una exageración, en Europa todavía quedan niños, pero es una realidad estadística innegable que hay cada día menos.

Es el invierno demográfico: cada vez hay más ancianos, que -gracias a los avances de la medicina- son progresivamente más viejos y menos descendencia. Como si esto fuera poco, comentando los resultados de la última prueba PISA, un alto funcionario del gobierno de Schroeder, se lamentaba hace un par de meses: no sólo tenemos menos niños, sino que cada vez son más tontos. Esto, según él, debido a que el 40% de las mujeres con un grado universitario no tienen hijos. Como siempre, las mujeres son las culpables.

El economista francés Yves-Marie Laulan habla de Les Nations Suicidaires (ISBN 2868395031). Europa ya no sería el continente sin orillas, sino más bien una Europa sin rostro y con un encefalograma plano. Agrega que, sin descendencia, inevitablemente se pierde terreno en la economía, la política y la cultura. A mi modo de ver, es lo que ocurre actualmente frente a China, India y los EEUU, país al cual se culpa de todos los males. Explica Laulan que los procesos demográficos son imperceptibles hasta que se precipitan y que sus consecuencias perduran por decenios, siglos o tal vez son francamente irreversibles.

El estado de bienestar -prosigue- ha conducido a que Francia se transforme en una nación de asistidos donde los políticos pretenden esquivar toda responsabilidad -también frente al drama demográfico- intentando únicamente ganar la siguiente elección, según la máxima del Rey Sol: después de mí, el diluvio. Laulan señala que quienes, en las próximas décadas, exhibirán pasaporte un francés no serán necesariamente hijos o nietos de los franceses de hoy. Efectivamente, en Francia la inmigración es muy fuerte, los problemas políticos -el velo islámico- que presenciamos durante el verano (invierno) pasado no son sino consecuencia de las dificultades que origina el fenómeno migratorio.

En su nuevo libro, Chronique dune mort annoncée (ISBN: 2 86839 959 2), Laulan se refiere al caso alemán. Compara el suicidio demográfico de sus vecinos -en este momento los mejores aliados de Francia, en el eje París-Berlín o lo que Donald Rumsfeld llamó Old Europe- con la muerte blanda que propician los partidarios de la eutanasia, es una muerte tanto más dolorosa cuanto es querida, voluntaria, deseada. Es la muerte -primero espiritual y luego física- de una nación que no quiere vivir más, pues ha perdido toda esperanza en el futuro. Y todo optimismo económico. Explica que, pese a que la ayuda monetaria estatal por cada niño que es tan alta que es que es superada sólo por Luxemburgo, la tasa de natalidad es apenas de 1,29 niños por mujer, lo cual no permite ni siquiera la reposición generacional.

Laulan escenifica la situación de las naciones de Europa de una manera un tanto macabra, en que un cadáver es trasladado en una carroza fúnebre tan lujosa y confortable -el estado benefactor- que no se da cuenta que está muerto.

Las naciones suicidas

2.03.2005

Holanda está en todas partes



Parece que en Holanda asistimos a una representación de lo que Huntington llamó el clash of civilizations. Todo se inició con el asesinato del cineasta Theo van Gogh, una especie de Michel Moore holandés, no sólo por su parecido físico, sino además, por la forma en que atacaba los temas conflictivos. Sin duda, un provocador cuya última película documental Submission había llegado muy lejos, adentrándose en el mundo musulmán y denunciando la sumisión femenina. Pero esto no era todo, en una escena, se mostraba una mujer desnuda, en cuya piel estaban escritos textos del Corán.

El asesino -un joven musulmán que habría llevado una vida normal (¡incluso terminó el colegio!) hasta su radicalización en una mezquita de Amsterdam- dejó clavado en su cuerpo un largo manifiesto, amenazando a la diputada liberal-conservadora de origen somalí Ayaan Hirsi Ali, una de las mayores defensoras de los derechos de la mujer entre los musulmanes holandeses y quien codirigió el documental.

A ello, sucedieron incendios de escuelas y mezquitas. En el único muro que quedó en pie luego de una de esas noches de desórdenes, se leía Descansa en paz, Theo. Los musulmanes respondieron de inmediato quemando una iglesia. Entre tanto, en Amsterdam Oeste, las cámaras de vigilancia instaladas en plazas públicas no son suficientes para impedir que los marroquíes apedreen a todo no-musulmán que se aventure por su barrio.

Todo este ambiente de guerra civil ha sido observado angustiosamente por el resto de Europa. Pese a los llamados para que la violencia no se expanda a otros países, existe un temor justificado, pues parece que Holanda está en todas partes. Y que la soñada sociedad multicultural europea puede pasar a la categoría de sueño irrealizado...

La prensa lo llama el drama multicultural y se ha iniciado una discusión en torno a la tolerancia frente a los intolerantes. Se busca una política eficiente de integración de los extranjeros como un escudo del sistema democrático, pues la existencia de estos problemas provoca el avance de la extrema derecha xenófoba, como está ocurriendo en Francia y en, en menor medida, en Alemania.

La sociología habla de sociedades paralelas, constituidas por grupos cerrados de extranjeros, que surgen en las grandes ciudades, dentro de las cuales se convive y comercia. En los negocios, las letras latinas son reemplazadas por caracteres árabes, egipcios o turcos. Holanda ha sido un país tradicionalmente abierto a todo tipo de experimentos, desde la legalización de las drogas, hasta la aceptación de la eutanasia, pasando por el aborto y las uniones homosexuales, por ello mismo, el eventual fracaso de su modelo de sociedad puede traer consecuencias para todo el primer mundo.

Son muchas y muy variadas las medidas propuestas para contrarrestar el avance del extremismo islámico, desde cursos de idioma, hasta decretar feriados musulmanes, fundar partidos -políticos que canalicen dentro del sistema las aspiraciones de sus votantes-, pasando por el intento de tomar la educación religiosa en manos estatales y obligar a los imanes a predicar en el idioma del país, en un desesperado intento por fomentar tendencias moderadas y no aquellas que conducen al fundamentalismo. La sociedad europea está cambiando vertiginosamente y su modelo -despreciado por los musulmanes como decadente- se encuentra en profunda crisis. En los próximos años, asistiremos al éxito o fracaso de la política europea de integración.

Holanda está en todas partes